lunes, 17 de diciembre de 2012

Diego Ibarra: "Volver a ver reír a los niños que vienen de países en guerra no tiene precio"

Diego Ibarra Sánchez sabe mejor que nadie las consecuencias de una guerra, pues su dedicación a la fotografía documental se ha especializado en los horrores que se viven una vez que un territorio ha sido arrasado y su población olvidada. El fotoperiodista se ha recorrido numerosas zonas de conflicto para dar voz a aquellos que no la tienen y denunciar las criminalidades que se cometen contra civiles en las batallas armadas donde se pierde más de lo que se gana, al menos aquellos países que están sumidos en la más devastadora pobreza. Premiado en incontables veces por su contribución a la fotografía, Diego Ibarra se consagrado como uno de los mejores periodistas españoles que viven el día a día de familias rotas, de mujeres castigadas por la sociedad o de niños huérfanos que no cejan en su empeño de dar algún día con unos padres que nunca volverán. 


Diego Ibarra Sánchez. Fotografía de Ethel Bonet.

Ana Ortega. ¿Por qué elegiste el fotoperiodismo como profesión?

Diego Ibarra. A los catorce años tuve mi primera cámara. Aunque me puse a estudiar periodismo, un par de año antes de finalizar mis estudios ya sabía que quería contar historias a través de la luz. Poco a poco, continué formándome y aún sigo buscando mi estilo y aprendiendo con cada historia que me regalan.

A.O. Tu trabajo fotográfico se centra en documentar las consecuencias que un conflicto armado deja en la población. A la hora de conseguir que esas personas que están sufriendo confíen en ti, ¿cómo lo consigues?

D.I. Con tiempo, paciencia y ganas de escuchar los testimonios que la gente te regala. Lamentablemente, muchas veces no se dispone de mucho tiempo para profundizar tanto como te gustaría.


Serie Crónicas del Monzón. Imagen de Diego Sánchez. 

A.O. ¿Qué preparación necesita un fotoperiodista que se mueve en zonas de conflicto?

D.I. Creo que es necesario tener unas bases e ir preparado. La documentación es importante: hay que conocer la zona en la que estás trabajando. Y los cursos de primeros auxilios pueden ser vitales en determinadas situaciones. Creo que ninguna zona se parece a otra. Cada una guarda unas rasgos culturales. Son distintas. También es recomendable disponer de contactos tanto locales, como dentro del grupo de editores gráficos. Muchas veces se cree que lo difícil es ir a los sitios, pero además hay muchas dificultades para poder mover el material rescatado de un viaje.

A.O. ¿Qué es, a tu parecer, el periodismo humano?

D.I. El periodismo es por y para personas. Entiendo el periodismo o la fotografía documental como herramientas de difusión de realidades desde el respeto. A veces se olvida que detrás de los números de las estadísticas hay personas, vidas, realidades que sufren.

A.O. ¿Por qué tu blog se llama Historias Mínimas?

D.I. El blog viene a raíz de mi etapa en Argentina. Decidí llamarlo “Historias Mínimas” porque la vida la conforman esas pequeñas historias.


Un padre que ha perdido a sus cuatro hijos en el mar. Serie Fishermen. Imagen de Diego Ibarra. 

A.O. ¿La fotografía sirve para cambiar el curso de la historia de un conflicto?

D.I. La historia nos ha enseñado los distintos usos de la fotografía y de cómo, en ocasiones, ha servido para justificar acciones (fotografías de las fábricas de arsenal químico en Iraq) o hacer propaganda. Pero también sirve para mostrar esas realidades y que no caigan en el olvido. Teóricamente el hombre debería aprender de sus errores pero se empeña en no mirar las consecuencias de los desastres de la guerra.

A.O. Te has establecido permanentemente en Pakistán, un país que has recorrido en muchísimas ocasiones en compañía de tu cámara. ¿Cuál es el día a día que se vive allí y que quizá no viste cuando solo estabas de paso?

D.I. Me mudé a Pakistán en 2009 y durante estos años he tenido que combinar la fotografía con la televisión. Pakistán es un país que vive a diario su particular 11-S por el papel geoestratégico que juega, la rampante corrupción, la alarmante brecha social entre las clases favorecidas -una minoría- y los desfavorecidos, el analfabetismo y la amenaza del extremismo religioso. Es un tipo de violencia más soterrada y pasa más desapercibida que la que viví en Libia. Juega a otro nivel. Aunque las marcas en la población civil son parecidas.

Resido en Islamabad. Es una ciudad cómoda, verde, tranquila. Es un burbuja perfecta, un oasis. Como fotógrafo extranjero tengo muchas restricciones que limitan mis movimientos pero no puedo comparar mi situación con la de los periodistas locales, especialmente aquellos que viven y trabajan en las áreas tribales. Según los informes que publica Reporteros sin Fronteras, Pakistán continua en el top ten de la lista de países peligrosos para periodistas locales. Es una realidad.


Mujeres quemadas a sí mismas para huir de sus realidades. Fotografía de Diego Ibarra. 

Las mujeres y los niños son el colectivo más dañado en las guerras. Imagen de Diego Ibarra.

A.O. Es muy interesante la colección fotográfica Lebanon smiles again, realizada en el Líbano, con la ONG Payasos sin fronteras. Cuéntanos cómo se realizó este proyecto y de la sensación que te quedó tras ver la felicidad en sus rostros.

D.I. El proyecto fue posible gracias a Samuel Rodríguez que me propuso documentar durante unas semanas el trabajo que hacen Payasos Sin Fronteras. Era mi primer viaje a Líbano. El potencial humano del equipo de Payasos fue increíble. Denguito” (Albert Grau) con su humor; “Peshosho” (Moi Queralt) con su talento musical; “Birutilla” (Christian Olivé) con sus malabares y “Fufur” (Oriol Liñan) con sus trucos de magia y David a los mandos de la furgoneta. Volver a ver reír a los niños que vienen de países en guerra no tiene precio. Por un momento vuelves a ver brillar sus ojos.



Serie Lebanon smiles again. Fotografías de Diego Ibarra.

A.O. ¿Crees que la figura del fotoperiodista de guerra está mitificada tal y como la han idealizado románticamente durante muchas décadas el cine y la literatura?

D.I. Creo que está un poco mitificada. Fueron tiempos pasados, dorados. Pero difícilmente creo que vuelvan, pese a futuras evocaciones románticas en formato celuloide. Cada vez quedan menos corresponsales que sigan manteniendo las condiciones de las que antes gozaban. Prima la velocidad, la inmediatez, el abaratamiento de los costes..., en detrimento de la remuneración y valoración del profesional de la comunicación, así como de la calidad y profundidad de las historias. Los medios internacionales sí continúan manteniendo y apostando estas figuras. Lamentablemente, España no es un buen mercado si se quiere sobrevivir trabajando en el extranjero. A veces ni te contestan a los mails. La comunicación brilla por su ausencia. El cable de las agencias es cómodo, fácil y barato.


miércoles, 12 de diciembre de 2012

Robert Capa y su contribución a la historia de Córdoba

Robert Capa nació como Ernö Andrei Friedmann un año antes del comienzo de la I Guerra Mundial. Tal vez su destino estaba marcado en esa fatal fecha. De pequeño ya se interesaba por lo que sucedía a su alrededor y sabía que su futuro era el de un periodista comprometido socialmente, valores que necesitaban recordarse hombres con más sabiduría que un simple adolescente. No conforme con su caótica vida familiar salió en busca de amistades simpatizantes con el partido comunista. 


Robert Capa, durante la cobertura gráfica de El Desembarco de Normandía, 1944. 

A sus diecisiete años ya estaba pululando por países vecinos al suyo. París tuvo la suerte de acoger al al hombre que cambiaría la historia del reporterismo gráfico. A partir de ahí comienzan las andaduras del más famoso fotoperiodista de la historia. París le esperaba como una tierra prometida en su intención de convertirse en periodista de denuncia, pero los problemas económicos le desviaron en su camino. La cámara sería su mejor amiga, al igual que su compañera sentimental y su más eterna amiga Gerta Pohorylle. Ella fue la responsable de su reconocimiento mundial cuando inventó nombres artísticos para ambos. Gerda Taro para ella, Robert Capa para él. 



Sin duda, es considerado como el mejor fotoperiodista internacional, y eso que su vocación era el periodismo. Su presencia en interminables guerras ha permitido el nacimiento de una colección fotográfica maestra que es referencia para todos los fotoperiodistas del planeta. Un ejemplo de superación y perseverancia.

A partir de ahí comienzan las andaduras del más famoso fotoperiodista de la historia. París le esperaba como una tierra prometida en su intención de convertirse en periodista de denuncia, pero los problemas económicos le desviaron en su camino. La cámara sería su mejor amiga, al igual que su novia Gerda Taro.

El frente era un atractivo perfecto para una pareja con encanto que no tenía miedo de nada. Por el camino hacían amigos inolvidables, cansados pero sonrientes y contemplando la idílica posibilidad de cambiar el rumbo de los acontecimientos. Su reencuentro después tendría como fin el nacimiento de Magnum Photos. Numerosos conflictos sangrientos son testigos del objetivo de su cámara, siempre en primera persona, nada de quedarse en la retaguardia a esperar el momento adecuado. España sería el más afortunado país en contar con la presencia de Capa y Taro. La causa republicana era su pasión y su angustia, bonita paradoja para los amantes del riesgo con tal de captar la realidad de un enfrentamiento sangriento entre los opresores y sus víctimas. Capa en seguida quedó maravillado con todo lo español. Sus gentes sencillas, luchando por abrirse paso entre tiros y metralla; su clima cálido que invitaba a seguir perseverando por la causa justa o los combatientes, todos con una sonrisa aunque el fuego hubiera arrasado sus escondites.

El fotoperiodista nunca cejaba en su empeño de animar a los soldados, fuera con palabras, fuera con ayuda humanitaria. Tal vez su amabilidad le abrió las puertas a las mejores imágenes de que se tienen constancia. Fotografías cariñosas, cercanas a los personajes y, sobre todo, reales. Es en Córdoba donde le aguarda su momento de gloria.Los milicianos eran el alma de la guerra y Capa lo sabía a la perfección. Cerro Muriano vio morir al protagonista de la magnífica foto Miliciano Abatido. La fotografía sería publicada en la revista Life el 12 de julio del año siguiente. Se ha alzado con el título de mejor fotografía de guerra de todos los tiempos y obra maestra del periodismo gráfico.


Miliciano Abatido. Imagen de Robert Capa.


Fotografías de Capa y Taro en Córdoba entre 1936 y 1937

Muchas veces se ha puesto en entredicho la veracidad de aquella instantánea en la que el miliciano Federico Borrell García era abatido por una bala el 5 de septiembre de 1936 en el Cerro Muriano de Córdoba. Tenía cuarenta años y era natural de Alcoy, Alicante. Años después se comenzaría a poner en duda la autenticidad de la foto. 

La polémica estaba servida cuando el periodista británico Phillip Knightley entrevistó O´Dowd. Gallagher, periodista que acompañó a Robert Capa y estuvo presente en esos momentos y aseguró que la imagen de Capa era un montaje escenificado por las tropas republicanas tras llegar a un acuerdo con éstas. Por su parte, en otra entrevista realizada por Jorge Lewinski Gallagher, O.D. Gallagher afirma esta vez que la representación venía recreada por las tropas franquistas.

Sin embargo, La fotografía fue autentificada por un compañero miliciano del hombre caído mientras presenciaba el suceso. El hombre que lo identificó comenzó a investigar los archivos de Salamanca y Madrid y cuando certificó que era él, acudió al hermano de Borrell, Evaristo, que también estaba aquel fatídico día. Aunque no había presenciado a muerte, estaba seguro de que era su hermano. La última confirmación vendría de parte de la familia de Borrell.

En el libro The Spanish Cockpit (1937) el periodista suizo Franz Borkenau cuenta cómo presenció una batalla en Cerro Muriano y estaban presentes dos fotógrafos de Vu que confirmaron la presencia de Taro y Capa en el lugar de los acontecimientos.

Los rayos X por los que ha pasado esta imagen revelan que Capa no hizo la foto mientras caía, ya que la serie de imágenes que se obtuvieron confirman que había dos hombres en posiciones diferentes. Pero según han demostrado numerosos estudios, Capa aquel día seguía de cerca a los milicianos y hubo de tirarse al suelo y fotografiar por encima de la cabeza, por lo que el miliciano puede aparecer en varias posiciones.

Gervasio Sánchez, no obstante, no tiene ninguna opinión clara al respecto. El fotoperiodista español de conflictos aboga por la importancia del legado fotográfico de Capa más que por la polémica de si es un fotomontaje o no. "Capa era muy joven cuando se internó en la causa republicana. Puede que se dejara llevar por la emoción del momento". También argumenta que la figura de Capa está "muy sobrevalorada si lo comparamos con un fotógrafo actual que ha vivido más conflictos que Capa, aunque ha dejado mucha influencia en cuanto a la documentación de la vida para las generaciones posteriores que quieren hacer lo mismo".


Gervasio Sánchez y su opinión sobre Robert Capa

El profesor Brisset Martín ha redactado un artículo publicado en Gazeta de Antropología en 2005 donde defiende la autenticidad de la fotografía. Incorpora una imagen donde se aprecia la caída del soldado en la misma posición. El texto relaciona la fotografía con la muerte y los símbolos desde una visión antropológica visual. 

Susana Fortes, en Esperando a Robert Capa, también cuenta, entre realidad y ficción literaria, el momento en el que se produce esta famosa fotografía: "Un miliciano baja corriendo la ladera de una loma cubierta de rastrojos. La camisa blanca remangada por encima de los codos, la gorra de soldado echada hacia atrás, un fusil en la mano y tres cartucheras de cuero alcoyano en la bandolera. El sol de las cinco de la tarde proyecta su sombra alargada hacia atrás. Un pie ligeramente levantado del suelo. El pecho al aire. Los brazos en cruz. Cristo crucificado. Click."

Con motivo de los 50 años de la muerte del mítico fotógrafo, Richard Whelan ha publicado Robert Capa. La biografía, un ensayo de más de 400 páginas donde demuestra -a través de pruebas y testimonios- que la fotografía de Capa es auténtica. “En 1996, un señor de Alcoy llamado Mario Brotons Jordá identificó al miliciano; había estado con él en Cerro Muriano y asegura que Federico Borrel fue el único que murió aquel día”. En la fotografía se aprecia un tipo de cartuchera que, según Whelan, sólo se fabricaba en Alcoy.

Injurias maliciosas que plantean la posibilidad de un fotomontaje o estudios académicos fundamentados y acertados, lo que sí se sabe es que Robert Capa se ha convertido en el mayor símbolo de la República Española y se alaba la genialidad del fotógrafo en centrarse en la muerte de un hombre anónimo pero que hoy día es mundialmente conocido.

El dolor es palpable, no sólo el del personaje abatido, sino el del fotoperiodista. Sus temores se hacían realidad. Sabía que en cualquier momento la misma muerte horrible podría segar su vida, la guadaña lo perseguía allá donde ponía los pies. Sin embargo, eso no era motivo suficiente para abandonar una guerra que realmente no le pertenecía, como a ninguno de ellos, pero que necesitaba de su filmación continua para que la prensa se encargara de difundir al resto del mundo. Gracias a esa instantánea, la Guerra Civil Española fue el primer conflicto retransmitido y fotografiado día a día. Federico Borrell García es la referencia que animó a Capa a seguir haciendo aquello para lo que había nacido. Su tenacidad y su perseverancia a pesar de poder quedarse ajeno al riesgo lo han convertido en una persona digna de admiración y su nombre se conserva a pesar de los más de cincuenta años que han pasado desde su muerte, por supuesto en pleno campo de batalla a manos de una mina en Indochina.

Fuentes: Esperando a Robert Capa; Artículo de Demetrio Brisset en Gazeta de Antropología; Robert Capa. La biografía; Gervasio Sánchez; Robert Capa: obra fotográfica, Elpaís.com, International Centre of Photography, Life, Magnum Photos, Artículo de Richard Whelan

martes, 11 de diciembre de 2012

Pepe Baeza: “El fotoperiodismo está en crisis ”

Pepe Baeza (Valencia, 1955) es editor gráfico de Magazine de La Vanguardia y redactor jefe de fotografía de este periódico desde 1990 y autor del libro Por una Función Crítica de la Fotografía de Prensa, publicado en el 2002. Se doctoró en Ciencias de la Información en la Universidad Autonómica de Barcelona y en la actualidad imparte clases de Géneros Periodísticos y Teoría y Técnicas del Fotoperiodismo en esta Universidad. 

Imagen de Martín Gallego

Ana Ortega. La información que hoy en día recibimos por los medios se ve cada vez más tergiversada por las grandes empresas de comunicación. Dentro de la parcela periodística, ¿qué medio consideras más fiel a la información el periodismo tradicionalmente escrito o el fotoperiodismo?

Pepe Baeza. Tanto el periodismo escrito como el fotoperiodismo necesitan garantizar su independencia a través de una sólida defensa de la libertad de criterio de los profesionales. En ambos casos el contexto de unos medios no supeditados a las exigencias del poder económico es el requisito para que estas condiciones se puedan cumplir.

A.O. Asistimos a una época en la cual la educación universitaria no pasa por su mejor momento, ¿crees que se están abarcando los distintos campos del periodismo y preparando adecuadamente a los futuros profesionales del periodismo de cara a lo que vamos a encontrarnos en "la calle"?

P.B. Hay, sin duda un déficit de enseñanza de los aspectos visuales de la información impresa. Falta conocimiento de la edición de imagen en la prensa y, de forma general, ofrecer los elementos para que los futuros profesionales del periodismo tengan una sólida cultura visual. La consideración profesional de lo visual como forma de pensamiento es el requisito y, al mismo tiempo, el objetivo deseable de unos futuros planes de estudio que incluyan a todos los estamentos profesionales de la información en una comunicación emancipadora y no mero instrumento de los designios del poder económico.

A.O. Con el auge de Internet y los blogs ha aparecido el llamado periodismo ciudadano, poniendo en tela de juicio la labor periodística. ¿Las herramientas digitales son una ayuda a la labor periodística o al contrario, degradan la labor del verdadero profesional de la información?

P.B. Los blogs pueden ser un excelente complemento a unas estructuras, impresas o digitales, más poderosas, capaces de galvanizar las expectativas sociales de una información equilibrada al servicio del bien común, de la ciudadanía. En cualquier caso, y de acuerdo con las teorías más clásicas de la comunicación, nunca debe olvidarse que el conocimiento de los intereses del emisor es la única garantía de una crítica razonada de la información que recibimos.

A.O. ¿La proliferación de la cámara digital ha supuesto algún cambio con lo analógico?

P.B. En absoluto. No hay nada radicalmente diferente en la fotografía digital respecto a la de soporte foto químico. El principio fundamental sigue siendo el registro fuertemente análogo (semejante) que garantiza el principio de la cámara oscura.

A.O. ¿Podrías poner semejanzas entre el fotoperiodismo y el documentalismo? ¿Y un límite diferenciador entre ambas?

P.B. El fotoperiodismo forma parte del documentalismo. El fotoperiodismo es la forma profesional de ejercer la cultura documental en la prensa, seleccionando temas, tratamientos, formatos, plazos, etc. en función de las necesidades temáticas y de producción de la profesión periodística en su conjunto.

A.O. ¿Podría decirse que el fotoperiodismo está pasando por un momento de crisis?

P.B. Sin duda están pasando una fuerte crisis. Esta crisis no tiene nada que ver con la necesidad social de tener un fotoperiodismo fuerte y transformador. Es una crisis provocada artificialmente por el poder económico que ha preferido contenidos banales para la prensa como forma de ocultar la realidad y por unos “intelectuales” de la cultura visual que, consciente o inconscientemente pero siempre por interés personal, han denigrado la necesaria función testimonial de la fotografía que se enfrenta a la realidad social, política y económica del mundo en que vivimos.

Portada del libro de Pepe Baeza sobre la crisis de identidad que sufre el fotoperiodismo


A.O. La situación en España en el ámbito del fotoperiodismo, ¿es buena?

P.B. Hay muy buenos fotoperiodistas, pero encuentran enormes dificultades para publicar y a precios irrisorios.

A.O. ¿Qué importancia han tenido agencias como Magnum Photos en el desarrollo del fotoperiodismo?

P.B. Enorme. Las agencias cooperativas de prensa son seguramente la base del mejor fotoperiodismo que se ha producido nunca.

A.O. ¿Qué papel tiene en la actualidad la censura, ya sea directa, indirecta o propia, sobre el periodismo en general y el fotoperiodismo en particular?

P.B. La mejor forma de censura es menospreciar a los que realizan los documentos que exhiben y difunden las barbaridades del sistema en que vivimos.

A.O. ¿Cuál crees que será el rumbo que tomará el fotoperiodismo?

P.B. Dependerá milimétricamente del éxito o del fracaso de los movimientos ciudadanos para transformar el conjunto de los modelos sociales y económicos. Si hay una democracia verdadera basada en la justicia y en la transparencia el futuro será inmejorable. Si seguimos en la misma línea que en la actualidad el fotoperiodismo no podrá, aunque quiera, ser una excepción en una sociedad controlada por el gran capital.


lunes, 10 de diciembre de 2012

Pedro Meyer: "Nuestra función es educar en el ámbito de la cultura visual"

Pedro Meyer es uno de los fotógrafos con más trayectoria profesional y personal de la época contemporánea. De nacionalidad española, la Guerra Civil Española le obligó, junto con su familia, a poner tierra de por medio cuando la situación se puso peligrosa. Acogido en Méjico, se ha labrado una posición privilegiada en el mundo del fotoperiodismo y, gracias a él, se ha hecho la primera retrospectiva gráfica, Herejías,  que engloba simultáneamente 60 exposiciones en 17 países y que ha sido plasmado en un libro con igual título. También es creador de la Fundación Pedro Meyer, que aboga por la reflexión de la fotografía dentro de este nuevo marco tecnológico y de la página web ZoneZero, como espacio de encuentro del trabajo de miles de fotógrafos internacionales. Su amplia galería abarca temas variados, desde emigraciones hasta conflictos sociales o documentalismo gráfico.

Estos días Pedro Meyer ha contribuido al legado histórico de España con su aparición en el documental La Maleta Mejicana de Trisha Ziff, ya que su punto de vista académico y profesional, así como su experiencia sobre las secuelas de la guerra le han conferido un testimonio verídico, directo y de gran contribución en el hallazgo y posterior conocimiento de los negativos perdidos de Robert Capa, Gerda Taro y David Seymour.


Ana Ortega. ¿Emigró a Méjico cuando era pequeño a raíz de la guerra civil española o fue después? ¿Por qué Méjico como lugar de residencia?

Pedro Meyer. Emigré cuando sólo tenía tres años a causa de la guerra porque mis padres emigraron en 1937 cuando la situación se volvió insostenible. Elegí Méjico porque en esa época no había muchos otro países que nos dieran permiso de inmigración. 


Pedro Meyer en una fotografía tomada por sí mismo.

A.O. ¿Qué supone para la fotografía de conflictos, la historia de España y la vida de los afectados por la guerra que se hayan localizado por fin ese material fotográfica de Capa, Taro y Chim que tanto tiempo llevaban perdidos?

P.M. Considero que resulta un milagro que se hayan logrado rescatar esos materiales, que se han dado perdidos desde siempre y que sirvan para hacer investigaciones sobre las imágenes mismas y las carreras de los autores. También me parecen muy importante porque por fin se puede tener una visión más certera de lo que pasó en esta época en España, ya que los negativos recogen la realidad en los frentes y en la retaguardia de las filas republicanas y de la gente que tuvo que emigrar involuntariamente.

A.O. ¿Qué piensa del trabajo de la realizadora cinematográfica Trisha Ziff en La Maleta Mejicana?

P.M. Se trata, sin duda, de una excelente aportación para el mundo en general, ya que ha sabido recoger a la perfección el espíritu que Capa y los demás impregnaban a sus imágenes. Gracias a esta obra audiovisual, hemos podido conocer, mediante un exhaustivo trabajo de investigación y de documentación, lo que realmente pasó con esta colección de negativos, cómo llegaron a Méjico y cómo han sido guardados celosamente hasta su conocimiento público.
Tráiler del documental La Maleta Mejicana.


Emigraciones. Imagen de Pedro Meyer.

A.O. Me parece interesante su trabajo Herejías, ya que es la única persona que ha utilizado Internet y las herramientas digitales para hacer una retrospectiva de cuatro décadas de trabajo. ¿La fotografía digital es la fotografía del futuro?

P.M. No, la fotografía digital es solo un medio para crear imágenes en lugar de los procesos químicos  Y no es en el futuro, sino es muy en el presente. 

A.O. También es fundador de Zone Zero y la de la Fundación Pedro Meyer. ¿Qué valores intentan imprimir estas instituciones y cómo se representa su experiencia personal y artística en los jóvenes fotógrafos?

P.M. Lo que buscamos es aportar algo a la cultura visual de nuestro tiempo. La fotografía paso de ser el patito feo de la cultura a ocupar la vanguardia, a juzgar por el número de imágenes que a diario se suben a la red. Nuestra función es educar en el ámbito de la cultura visual.

Fotografía de Pedro Meyer.

Proyecto Herejías subido por la revista de turismo Mazatlaninteractivo

Delmi Álvarez: "La guerra es un negocio que los gobiernos alimentan de muchas maneras

Delmi Álvarez es fotoperiodista documental de asuntos sociales y derechos humanos. Sus raíces familiares han marcado sus ganas de moverse por el mundo y, aunque ahora está afincado en Bruselas, siempre está viajando por todo el mundo en busca del instánte irrepetible. De su abuelo Fernando Jiménez Ortega, que vivía en Jorairátar, Granada guarda un gratísimo recuerdo, ya que fue un poco quien le marcó a iniciar un recorrido por los pueblos pequeños en busca de inmigrados como él. El fotoperiodista se encuentra estos días en el proyecto de fotoperiodismo Ráfagas para hablar sobre la educación que proporciona la fotografía y la acuciante necesidad de impone una ética en la profesión periodística. 

Sus inquietudes por mostrar la verdadera realidad de lo que pasa han convertido a este fotoperiodista en uno de los más requeridos en el ámbito docente, ya que sus experiencias profesionales y personales muestran el día a día de un fotógrafo freelance que tiene que luchar contra la precariedad laboral que sufren los periodistas y reporteros gráficos de la actualidad para enfrentarse a innumerables riesgos para contar la verdad, algo que nunca se debe olvidar en el ejercicio periodístico. Junto a ello, su buen humor y optimimismo ante las pequeñas cosas de la vida, como la Fórmula 1, hacen de este artista una persona inquieta, curiosa y comprometida con lo que le rodea. 


Ana Ortega. Comenzaste estudiando Geografía e Historia pero tu futuro profesional se ha  acabado perfilando en el mundo de la fotografía. ¿Por qué se produjo este cambio de orientación académica y profesional?

     Delmi Álvarez. En 1975 las cosas eran bien distintas y estaba estudiando en el mismo instituto que algunos de los músicos de la Movida viguesa. De aquel instituto salieron muchos “jóvenes rebeldes” que queríamos cambiar el mundo o por lo menos intentar vivir en un mundo mejor. En realidad estudiaba COU y me puse a trabajar por las noches y días libres reparando lámparas y sistemas eléctricos en salas de fiesta o en casas de particulares para ahorrar algo y viajar. Siempre me gustó estudiar pero en la Transición española estudiaban los ricos y los que podían.

     A.O. El proyecto Diáspora Gallega  te ha llevado por numerosos continentes para documentar el éxodo de los gallegos por todo el mundo. ¿Qué te llevó a iniciar este proyecto y qué buscas transmitir mediante la fotografía? ¿Tiene que ver con tu propia emigración y la de tu familia?

D.A. Parte de mi familia estuvo en la emigración en Alemania, mis abuelos en Cuba, y luego me uní a ellos para no perder la tradición. Comencé el proyecto en la navidad de 1989, que era cuando disponía de tiempo y poco a poco el proyecto se fue haciendo más grande. Después de 20 años (2009) publiqué un libro que editó el Gobierno bipartito de la Xunta de Galicia pero como perdieron las elecciones el libro nunca se llegó a presentar en público. De los 500 ejemplares que imprimieron no he sabido nada, excepto de unos cuantos que me enviaron en cajas de cartón a Riga, Letonia que llegaron rotos.

Galegos na Diáspora es un proyecto documental, un homenaje a los hombres y mujeres que salieron de Galicia un día hacia el mundo. Miles de ellos y ellas nunca volverían a Galicia. Espero que algún día reconozcan este trabajo en memoria de ellos y ellas. Cualquier diáspora es siempre dura, da igual de que pueblo proceda, es muy duro tener que aceptar el irse de tu pueblo o país para empezar otra vida sin los referentes culturales o sociales. Lo bueno que tuvo la diáspora gallega en América fue la gran unión que existió entre los emigrantes, se mantuvo el arte y la lengua mucho mejor que en la propia Galicia, y se exportó cultura gallega a todo el mundo desde donde estuvieron. Los emigrantes ayudaron a construir escuelas y hospitales en su país y enviaron dinero en millones para que los que se quedaban obtuvieran educación y garantías sociales. Se merecen eternamente un reconocimiento popular.


Serie Diáspora Gallega. La primera imagen fue tomada en Cuba, la segunda en Venezuela. Fotografía de Delmi Álvarez

A.O. ¿Consideras que las guerras son un negocio?

D.A. Son una locura, organizada por locos. Por más que hablemos de paz los humanos no llegamos a entendernos. Sí, son un negocio para unos pocos. Mucho que hablar aquí pero llevaría horas, días, meses, años… y nada cambiaría. De hecho nada ha cambiado en todo este tiempo, las guerras siguen naciendo en cualquier parte como hongos o setas y es un negocio que los gobiernos alimentan de muchas maneras. Seguimos necesitando de gente que luche contra las matanzas de personas que no tienen relación con los conflictos y los niños y mujeres son siempre los más perjudicados.

A.O. Has estado en Ráfagas, un proyecto celebrado en Galicia sobre los conflictos bélicos, el periodismo ético y el fotoperiodismo actual. ¿Qué impresión has sacado de todo lo que se ha abordado en estos debates?

D.A. Ráfagas ha sido un gran encuentro para la disertación y el pensamiento. Lástima que los medios no le dieran la importancia que se merece.

A.O. ¿Es difícil mantener la independencia dentro de este sistema tan mediatizado e interrelacionados con los poderes económicos y políticos?

D.A. La independencia de uno mismo como fotoperiodista comprometido nunca se debe perder y es importante mantener una  relación con la realidad que se vive. No comparto demasiado que el fotoperiodismo y el periodismo vayan a desaparecer, lo que creo que sucede es que existe un avance tecnológico que no puede parar ni volver la vista atrás. La era digital se come cualquier cosa que no quiera integrarse en el avance imparable de la tecnología. Cambian las herramientas para informar y hay entenderlo así, como un progreso, pero los más peligroso es cuando los políticos usan los medios para fomentar sus ganancias, y ya nadie cree en ellos. 

El pueblo debe despertar y rebelarse contra este sistema neoliberal que no crea progreso, solo enriquecimientos personal. No digo nada nuevo que no sepamos, solo hay que asomarse a la ventana y ver como está España. El que diga lo contrario es que vive muy bien y no es solidario con el resto que vive mal. Cada día hay más pobres pero también más ricos.



Serie Meninos de Rua que relata la vida de los niños del Salvador de Bahía, en Brasil. Imágen de Delmi Álvarez.

A.O. Son numerosas las veces que has impartido clases sobre fotoperiodismo, fotografía documental o historia visual. ¿Qué valores y experiencias intentas transmitir a todos aquellos que te escuchan?

D.A. Educar es importante y a través de las conferencias que he impartido me siento transmisor de lo que he aprendido, pero también estoy en continuo aprendizaje, sino estaría muerto. Adoro a la gente joven que desea escuchar y también deseo escuchar y aprender. De pequeño escuchaba a mi abuela constantemente, era una campesina sabia que viajó a Cuba en un barco velero con cientos de personas. Muy duro aquello. Mi abuelo materno era de Jorairatar en Las Alpujarras, y tenía grandes ideas pero lo perdió todo con la guerra.

A.O. Además de fotógrafo te mueves en el mundo de la producción y dirección de documentales. Me gustaría que me hablaras de Himbas, lucha por sobrevivir.

D.A. La historia de los Himbas es un proyecto comenzado al inicio del 2000, y con este documental que todavía no he acabado quise denunciar al mundo la situación de un pueblo en Namibia que está siendo subyugado y maltratado. También son emigrantes dentro de su propio país y pienso que en unos años desaparecerá.


Serie Himbas, una lucha por sobrevivir. Imágenes de Delmi Álvarez

A.O. ¿Por qué los medios de comunicación ocultan de las agendas informativas las realidades que se viven en continentes etiquetados como pobres?

D.A. La pobreza es un mal social difícil de erradicar sin la voluntad de los políticos. Estos se aferran al poder porque nosotros les votamos y luego utilizan ese poder que les concedimos a su antojo y al de otros intereses. Los medios de comunicación son la Voz de su amo, hay pocos medios que sean independientes, ya que se deben al poder que los mantiene, y nunca hablarán mal de ellos y por ese motivo y otros no los hace independientes. Decir la verdad de las cosas ya no se estila, ahora se miente tanto como se puede y les dejamos.


Prisión turística de Karostas, en Letonia. Se trata de un hotel en el que los alojados podrán sentirse como prisioneros mientras dure su estancia. Fotografías de Delmi Álvarez, en la serie que lleva el mismo nombre.

Fuentes: Delmi Álvarez, página personal de Delmi Álvarez, blog personal del fotoperiodista, facebook del fotógrafo, material fotográfico cedido por Delmi Álvarez en papel estraza, Jornadas Ráfagas, Farodevigo.com

Antonio López: “El periodismo tiene más poder del que nosotros pensamos”

Antonio López Hidalgo es profesor en la Facultad de Comunicación de Sevilla pero, ante todo, es periodista. Son numerosos sus trabajos, desde investigación en Géneros Periodísticos, pasando por ensayos, columnas en diferentes registros y entrevistas a las personalidades más importante de todos los tiempos. El Radar es el blog en el que vierte todas sus impresiones y, desde la ironía hasta la denuncia, López Hidalgo se caracteriza por un estilo personal. Amante de la buena lectura y crítico con la verdad, este periodista curtido en la calle sabe que la mejor forma de ejercer el periodismo es ser consecuente con uno mismo. Muchos años lleva ya en el mundo del periodismo y desde hace tiempo llevaba predicando la precariedad laboral que se avecinaba, como se puede ver en su libro El periodista en su soledad, y que ahora ha estallado en todo su esplendor. En definitiva, un periodista adelantado a sus tiempos que ha vaticinado que la desgracia del periodismo podría haberse solucionado cuando empezaron los primeros fallos de la profesión. Y un periodista concienciado con los derechos de los colectivos, como demuestra  la obra El Sindicato clandestino de la Guardia Civil, en conjunto con el también periodista Juan Emilio Ballesteros.

Ana Ortega. ¿Por qué elegiste el periodismo como profesión?

Antonio López. La elegí porque me gustaba escribir y era la única profesión que te permitía escribir y ganar un sueldo. Los de mi generación que nos gustaba más la literatura que el periodismo aprendimos que el periodismo enseña técnicas que eran necesarias para la literatura. Con el paso del tiempo he descubierto que el periodismo ha influido demasiado en la literatura. Eran tiempos tan difíciles como estos porque no sabíamos para dónde íbamos porque el primer año que empecé a estudiar periodismo coincidió con la muerte de Franco y la Transición.

A.O. ¿El Cuarto Poder como vehículo de defensa de los ciudadanos ha existido o es una forma de crear falsa libertad?

A.L. Yo creo que la prensa ha existido como Cuarto Poder y como Primer Poder, lo que pasa es que pocas veces el periodismo ha sido Cuarto Poder o Primer Poder por sí solo. Es verdad que en el Watergate hubo un periódico que derribó a un presidente pero también es verdad que un partido se vio perjudicado y otro beneficiado. El Cuarto Poder existe y todo tipo de poderes le temen. Si es verdad que cuando se habla de Cuarto Poder se habla de manera ficticia, es decir, los periodistas no son tan independientes porque todos sabemos que los periódicos tienen una idolología, unos anunciantes y unos accionistas y, salvando estos casos, el periodismo tiene mucho más poder que el los propios periodistas pensamos.

A.O. ¿El periodismo en general y el fotoperiodismo en particular está atravesando una crisis de identidad?

A.L. Creo que sí sobre todo el tema de la objetividad, que siempre se ha impuesto como un principio ético y en realidad es un método de trabajo de contrastación y verificación. La objetividad está amparada en otro principio asexuado que es la ideología. Los periodistas se creen independientes con respecto a la política pero un periodista debe tener ideología, otra cosa es que cuente la noticia desde una perspectiva alejada. Ahora las cosas se hacen dependiendo a lo que convenga o no a un gobierno, por ejemplo con las guerras. Afortunadamente, existen periodistas que escriben bien, que contrastan que denuncian, etc. pero no se ven los árboles entre tanto bosque.

A.O. Tu último estudio, Situación Laboral y producción informativa retrata muy bien el contexto nefasto por el que atraviesa el periodismo desde hace años. ¿Por qué los periodistas son reacios a luchar por sus derechos?

A.L. El colectivo de periodistas nunca ha estado unido, siempre han sido muy de su empresas y muy individualistas porque nunca ha habido sueldos unificados. Los periodistas se reunían como en pequeños guetos y se buscaban por clases sociales. El sindicato de periodistas se creó hace quince años, antes sólo había secciones dentro de UGT y Comisiones Obreras. Existían las Asociaciones de Prensa, pero eran instituciones benéficas para ayudar a los periodistas a darles entradas, billetes de autobuses. Nunca hemos tenido conciencia de colectivos, de trabajadores porque hemos jugado a niños ricos sin tener nada. Nos juntábamos con el poder para tomar copas pero después eras tú el que te quedabas a recoger las tazas.

Ahora algo empieza a cambiar porque la situación es dramática. De hecho, es tan dramática que el periodismo tradicional está desapareciendo y la culpa la tiene la comunicación institucionalizada, las nuevas tecnologías pero también el periodista.


Antonio López en su despacho de la Facultad de Comunicación. Imagen de Ana Ortega.

A.O. ¿Por qué los fotoperiodistas especializados en conflictos bélicos son los que más sufren el rechazo de los medios de comunicación si son los que más arriesgan sus vidas?

A.L. Siento mucho respeto por los periodistas y los fotoperiodistas de guerra pero creo que la profesión está muy mitificada. Existen muchos profesionales que cubrían la guerra desde el hotel tomándose un whisky e iban con la fuerza que tenía el poder. Han muerto periodistas de guerra pero, en porcentaje, no tantos de acuerdo a la situación en la que se encuentran. Para mí hay un oficio peor que es el periodista de guerra que cubre el conflicto en su propia ciudad. El problema de los periodistas mejicanos es que, cuando cubren temas de narcotráfico, los narcotráficos te buscan en tu casa. Hay muchos periodistas que mueren en países donde no hay conflictos bélicos como tal, sino guerras no declaradas que son mucho peores porque no hay salida posible. En España hemos tenido eso con los Grapo y ETA. De esos periodistas no se habla tanto. 

A.O. ¿Crees que las guerras son un negocio?

A.L. Siempre han sido un negocio. El problema es que como ahora toda está cambiando, están intentando otro tipo de guerras, que es la guerra sin armas. Las guerras se provocan por intereses y son un negocio cuando empiezan en la venta de armas, de prostitutas, de alimentas y cuando acaban al reconstruir los países. Y eso se lo llevan tres multinacionales que se enriquecen y unas cuantos países que se reparten el mundo.

A.O. Tú sabes realmente lo que es un periodista acosado cuando investigaste, junto con Juan Emilio Ballesteros, el Sindicato clandestino de la Guardia Civil. ¿Cómo surgió esta investigación?

A.L. Surgió casi de manera casual. Diario 16 donde estaba Juan Emilio publicó algunas cosas y yo estaba en el Correo de Andalucía y un sábado llegó una persona vestida de paisano queriendo informar sobre la Guardia Civil. Me dio un nombre falso, Juan, y me dijo que querían ser policías, no militares. Esta persona hablaba en un código un tanto secreto para que no le pudieran localizar y así comenzamos a publicar. La cosa se empezó a poner dura con las persecuciones, que se hacían por dos vías porque, como no podían apresar a los guardias civiles porque no sabían quien era,  fueron a por los periodistas a través de la intimidación, es decir, pinchando teléfonos, registrando apartamentos, como hicieron conmigo, quemando coches, como le pasó al abogado de Juan Emilio, presiones a las direcciones de los medios…

Cuando esos métodos no eran válidos, fueron por la vía judicial. Nos embargaron lo que teníamos, a mí un Renault 4 y a Juan Emilio la mitad de su sueldo. Y los medios, que son más frágiles de lo que nos pensamos, empezaron a  acobardarse. Tuvimos suerte de que nos defendieran gratis Antonio Mate y Javier Pérez Royo. Nos absolvieron en el juicio y tuvimos una sentencia favorable para poder seguir publicando.